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¿Por qué tanta hostilidad y odio contra Cristina y la gestión K?

18/07/2008

Compañeros, debemos preguntarnos por qué hay un sector muy visible y cada vez más ruidoso de la sociedad que no sólo no está de acuerdo con la gestión de nuestra presidente Cristina Fernández de Kirchner, a pesar de sus buenos e innegables resultados, sino que muestra visiblemente una fuerte reacción de odio, descalificación y rechazo. Hoy mismo, cuando escribo esto, se los puede ver vitoreando y homenajeando a Cobos, cuando uno suponía que por un tiempo él tendría que moverse con muy bajo perfil, casi escondiéndose.

Quiero aclarar que mi análisis no es más que una opinión de militante, no esperen más que esto. Quizás a alguien le suene muy básico. Pero, la verdad, me parece TREMENDAMENTE importante que analicemos y comprendamos lo que sucede en estos días, porque se está haciendo muy evidente que cada vez hacen menos mella en este sector de la sociedad los anuncios de la inauguración de muy buenas obras de infraestructura, o de que el crecimiento de un mes fue de 8,4 %, y ni calman su rebelión, ni suavizan su odio.

Debemos analizar y entender qué es lo que pasa, amigos. Yo no deseo ver de nuevo a un representante de nuestro movimiento balbuceando en medio de un acto histórico, para colmo al borde de un resultado adverso para nuestro futuro, preguntándose en cámara cómo puede ser "que nos hagan esto, que no se reconozcan los méritos, que no nos apoyen"...

Recientemente, conversando con alguien, me sorprendí cuando, al decirle que a mí me parecía que sus opiniones extremas se debían a que él tenía miedo de que le sacaran cosas a él para dárselas a otros, esta persona, con quien veníamos llevando una conversación animada y amable, se enfureció de una manera que no condecía con el tono ni el contenido de lo hablado. No llegué a decirle que esto no iba a pasar, que seguro no iba a pasar, o sí llegué a decírselo, pero no me escuchó. La cuestión es que esto me hizo refexionar: aquí hay violencia contenida, hay algo que está "desorbitando" a la gente.

Va mi análisis, y disculpe aquel que no lo comparte y se molesta por lo que expreso:

Creo, sinceramente, que mucha, mucha gente, pecando de gran simplificación y sin pensarlo mucho, sin informarse o, en realidad, en una reacción visceral y bombardeada de información intencionada y dirigida, interpreta que el aumento de las retenciones al Campo fue una primera manifestación y un primer paso para un plan que habrá de quitarle riqueza a unos para dársela a otros. No para redistribuir, no para compensar, no para hacer justicia, no para equilibrar: entienden que les van a QUITAR lo suyo para dárselo a otros, a los pobres o a otros, simplemente. Y a decir verdad, creen más lo segundo que lo primero.

Creo que todos estos nuevos actores en la manifestación pública, muchos de ellos personas que no se comprometían para nada y que ahora compran banderas para salir a manifestarse con una intensidad inédita, tienen miedo de ser ellos los próximos a los que les toque una situación de "despojo". No como sector, no por ser un gran industrial, no por ser parte de una poderosa corporación, no por tener ganancias extraordinarias: temen que se comience a despojar a cada persona, temen que les saquen lo que tienen simplemente porque ellos lo tienen y otros no. No hablo de sectores, no hablo de ricos o privilegiados, hahlo de gente común. Puede ser que hasta un simple oficinista sienta así.

Gente común cree que el gobierno saldrá a quitarles lo suyo y a repartirlo entre otros, a los que, por otra parte, gracias a la propaganda mediática, la simplificación de caracterizaciones, el miedo "racial" o de clase, no aprueban. Porque hubo también, en los últimos tiempos, una potente criminalización del pobre y activista. Informes mediáticos sobre el paco; sobre la alcoholización de los jóvenes y las peleas callejeras en el ambiente de la noche; las chicas que se prostituyen por dos pesos; los estudiantes que toman colegios; la violencia en las protestas..., bueno, ya lo sabemos, no hay que insistir en recordar cuáles son las imágenes que se eligen para mostrar en la CNN, por ejemplo.

De hecho, cuando participamos de un acto podemos ver cómo los periodistas apuntan sus cámaras insistentemente a un militante que lleva un palo, a algún joven que va con un tetrabrik en la mano, a un manifestante que da unos empujones, mientras que alrededor somos miles, calmos, felices, con nuestras banderas, con nuestros hijos, viejos y jóvenes, hombres y mujeres. Cuando se pelearon los sindicalistas en un acto, ni una sola cámara de los medios apuntaba a la presidente, que daba su discurso: apuntaban a los tumultos, buscando ansiosamente las imágenes más fuertes.

Volviendo al tema, entonces, me parece que estas personas aborrecen del mensaje oficial de "Redistribución de la riqueza" porque, claro, lo interpretan mal. Lo interpretan como otra cosa. Creen que la redistribución no los favorecerá a ellos, como es evidente que lo será.

Pero no culpemos a los que han entendido así la cosa y han tomado esta actitud, ni le echemos la culpa al otro de algo que, sin que se pudiese prever, no ha salido bien. Entiendo que lo que hay que hacer lo debemos hacer nosotros mismos, en positivo, para solucionar esta fractura y para asegurar una continuidad de algo que ha sido positivo en estos últimos años para el país. Hay muchas cosas buenas que surgieron y siguen resultando de la gestión, y hay muchas cosas buenas por hacer. Todavía nos falta mucho. ¿Queremos que esto se interrumpa, queremos volver atrás y tener que empezar de nuevo?

Entiendo que hoy una parte notable de la sociedad argentina desea debilitar, incluso hacer desaparecer a nuestro gobierno, porque temen, tienen miedo, aborrecen, que les quiten lo que tienen. No es por maldad, excepto en unos pocos malintencionados que aprovechan la coyuntura. Lo otro no es mala intención, es una reacción natural, instintiva, que puede surgir en cualquier persona. Desean que quien les puede quitar algo, quien pueda hacerles daño, se debilite o desaparezca. Quieren a otro, a cualquiera, ocupando el lugar. Quieren que se vaya.

¿Por qué hemos permitido que se produjera esta imagen? ¿Ayudaremos a alimentarla con algunos contenidos de nuestros discursos, con una falta de comunicación, con nuestros movimientos (por ejemplo, algunas cosas que ocurren en nuestros actos públicos), con mostrar una tremenda firmeza e insistencia en nuestra gestión que más que virtud —que de hecho lo es— ven con horror?

Sé que esto puede sonar muy simple, o muy esquematizado, incluso controvertido. Pero entiendo yo que si no buceamos ya, URGENTE, en el inconsciente de esas personas, y entendemos claramente y sin descalificaciones qué es lo que le pasa por la mente a esa parte de la sociedad, ahí sí —y no por una medida gubernamental en lo económico, como se repite constantemente en los medios— podemos perder la gran oportunidad que tenemos entre manos.

Porque esto que está pasando es progresivo, compañeros, y va en crecimiento. No nos engañemos.



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